Relaciones Personales (Parte 2)
- Jeune Sunshine
- 29 ene 2018
- 9 Min. de lectura
La siguiente relación se podría decir que fue la más “importante”, o digamos la más larga. Como decía empecé con este chico de mis clases y todo fue bien durante un tiempo, pero cuando la vida se “vuelve” más dura, o somos más conscientes, las cosas empezaron a fallar.

Ya no éramos adolescentes, la veintena llegó y con ella los estudios superiores, el trabajo, las responsabilidades sociales, familiares... añadamos que no tuve mucha suerte en algunas cosas, aunque terminé mis estudios y comencé a trabajar, en el ámbito de las amistades, la nueva diferencia de vida (algunos aun acababan el instituto, tenían vidas más fáciles y no entendían mi falta de tiempo, etc), y variados problemas familiares empezó a romper relaciones. A mitad de la veintena mi mente cambió casi por completo y tuve que encontrar salidas donde no las habías, todo con mi pareja a mi lado. Pero solo al lado.
Con esto quiero decir que no lo estaba sentimentalmente. El tiempo juntos se centraba más en mantenernos entretenidos que en una verdadera relación. Quitando el hecho de que manteníamos relaciones sexuales podría decir que el resto de nuestra relación era de amistad.

O quizá menos, pues había cosas que nunca hablábamos. Ambos cambiamos pero no hablábamos de ello, creo que en cierto punto nos dimos cuenta de que teníamos la cabeza “amueblada” de una forma completamente diferente a pesar de haber compartido el camino. Yo aun trabajaba, ahora en otra empresa, mientras buscaba continuamente un trabajo mejor o al enos un “siguiente trabajo”, la necesidad de salir de casa era imperiosa y tenía la sensación de es tar muy aislada con él, que solo quería pasar tiempo juntos dentro de su casa, sin relacionarse. Él en cambió llevaba más de 8 años estudiando una carrera que duraba 3 y tenía que observar cada día su falta a clases, sin estudiar y el creciente “enganche” a juegos y redes sociales. Muchos pensareis que la adicción a los videojuegos es muy clásica o insultante. Parad. Yo soy gamer, juego cada día, lo disfruto me encanta pero no por eso dejo mis necesidades, trabajo, llego a casa y preparo la comida, recojo, cuido de i perro, me pongo al día con amigos y familia, preparo el día siguiente y... juego disfrutando como una enana.
Descubrir que tu pareja pasa más de 13 horas al día jugando y sentado, no es agradable. Preparar un viaje, o simplemente ¡Una cena! Con él, era imposible. En solo 10 minutos fuera de casa ya tenía el movil en la mano jugando nuevas cosas. Me encontré en restaurantes mirando decorados y comiendo en silencio ante una persona mirando una pantalla que entre descansos, daba un bocado a su plato. Solo salíamos para recopilar nuevos juegos, no tenía otra conversación, ya ni siquiera veía las noticias del día. Encendía el pc al abrir los ojos y lo apagaba de madrugada cuando no podía más.

Yo solo era atrezzo. Al intentar afrontar este problema todo empeoró, su actitud se volvió radicalmente agresiva, él nunca había sido así, habíamos peleado claro que sí, incluso gritado, si tenía relaciones algo violentas contra objetos cuando se enfadaba, pero nunca contra mi. Este problema ya se lo habían mencionado otras personas repetidamente y siempre lo negaba, me acusaba de “unirme a ellos” por un objeto de entretenimiento que yo también usaba.
Las primera conversaciones fracasaron, yo dejaba el tea para hacerle ver que le quería y quería mejorar la relación, que estaba con él mejoraba un par de días y volvía a lo mismo. Venía a mi casa a estudiar por las mañanas en busca de calma y más de 10 veces al llevarle el desayuno (no por obligación, para que no tuviera distracciones) le encontraba en redes sociales o guardaba el movil apuradamente al verme aparecer. Ya me sentía como una madre, y nadie quiere ser madre de su pareja. En unos meses intenté girar las conversaciones hacia le futuro, llevábamos una década saliendo y solo esporádicamente se comentaba la idea de vivir juntos, pero solo contábamos con mi sueldo que no daba para un alquiler, mantenerme yo, y mantenerle a él, por lo que se usaba para cenar fuera (en silencio...) y comprar lo que necesitáramos, el resto lo ahorraba por si llegaba él día. Su respuesta a la idea de vivir juntos era positiva, pero la de trabajar, para nada. Ya me diréis cómo se hace una cosa sin la otra. Decía estar aun en sus estudios y si se daba el caso, tendría que cargar yo con los gastos por el bien de su futuro (el cuál nunca empezaba)

A sus casi 30 años no quería trabajar, seguía contento en sus estudios aunque todos sus compañeros de cada curso ya se habían graduado hacía tiempo y se encontraban trabajando o complementando estudios, familia, etc. Por mi lado llevaba casi 10 años trabajando y creando nuevos hábitos. Nuestra visión era completamente diferente.
Más tarde aludí a nuestra relación, tras convencerme a mi misma varias veces de no hacerlo, por fin e atreví a exponerle que yo no estaba siendo feliz en la relación pero que le quería, por lo que mi intención era arreglar algo que ya no me hace feliz. Su respuesta era extraña. Quería arreglarlo porque “también me quería” pero no quería hacer ningún cambio en su vida. Si yo creía que tenía que cambiar algo, que lo hiciera, mientras no le implicara a él. Creo que no hace falta ni decir qué respuesta mental tiene esto. Pensando de forma lógica: No soy feliz, e siento frustrada, por una relación. Una relación implica dos personas. La otra persona se niega a aportar nada. ¿Solución? Acabar la relación. Pero no quería aceptarlo aun, le quería y debía tener esperanza en que esa persona que ahora se tornaba vaga y agresiva, un día fue cariñoso y soñador, y podía volver a serlo. Mi mente empezó a “jugármela” y me culpaba, pensaba que quizás yo no le inspiraba a vivir una vida conmigo, no le empujaba bastante, no aportaba suficiente... no podía hacer nada y las tensiones de mi vida personal se unían al caso. Mi comportamiento cambió así como mi forma de pensar, me volví negativa, no me veía capaz de afrontar situaciones que antes eran de lo más corriente. Estaba tensa, enfadada, me despertaba sin energías ya que la noche anterior me era imposible dormir ni descansar. Las peleas ya eran constantes y hacia casi dos años que intentaba arreglar una situación que en todo caso, empeoraba.

Finalmente me propuse, con todo mi esfuerzo, a ponerle límite. En una pelea quizá de las más graves en las que ya se dio el contacto físico agresivo, aunque fuera leve (aunque nunca es leve o grave, simplemente NO debe existir) hablé con él y le dije que no quería que nos viéramos en unos días, quizás 2 o 3, y pensáramos en la relación, en si nos echábamos de menos (si que nos veíamos cada día como “remedio” a vivir la vida compartida sin tener una casa) en resumen, unos días para pensar sin acabar peleándonos. Esta idea la recibió fatal, se negaba, quiso hacerme quedar con él por la fuerza un par de veces ante amenazas de dejarme y reproches de desconfianza, pero trsa tanto tiempo, no iba a ceder. Desde el primer día el contacto por mensajes de texto era constante, le contestaba menos veces porque solo eran para comprobar qué hacía yo. Al segundo día en cambio, después de un “Buenos días” ni un solo mensaje hasta bien entrada la tarde, en el cuál me hablaba de una hazaña nueva en uno de sus últimos juegos adquiridos. Me quedé inexpresiva ante un mensaje impersonal, lleno de orgullo por haber pasado horas ante el pc, cuando mi trayecto había sido básicamente pensar en la relación, llorar y desconectar lo suficiente para currar o “aguantar el tipo” en casa. Tras felicitarse sin mucho entusiasmo, le comenté que si estaba pensando en el tema que nos afectaba. Tiempo después me contestó expresando lo pesada que yo le parecía y que él pensaba jugando, que no le prejuzgara. Me callé porque no iba a mejorar nada lo que pudiera decir. Antes de dormir le di las buenas noches a lo que contestó 3 horas después según vi a la mañana siguiente. Al tercer día nada mejoró, al mediodía me preguntó si íbamos a quedar y pensé que quería que habláramos, fue lo que pregunté, pero la contestación me desconcertó más, si podía ser.

Él quería quedar para ver si “se me había pasado ya la tontería esta”... no daba crédito y si que exploté, tengo carácter, mentir es una estupidez, y puedo ser paciente, pero no imbécil. El final de conversación fue que yo no podía hablar nada con él, y él pensaba que lo mejor era no hablarme. Antes de dormir le escribí recordándole las primera razones. Estábamos en una relación que no me hacía feliz pero le quería y el decía quererme también así que teníamos que llegar a un acuerdo, no tenía yo que ceder ante todo y seguir manteniendo algo que estaba hundiendo mi vida y mi ánimo. No contestó. Al día siguiente volvió a insistir en quedar, esta vez para hablar, pero antes de quedar me comentó que llevara las llaves que teníamos compartidas y que le quisiera dar. Era la primera señal de que no quería hablar a ver como salí, venía a terminar, ni siquiera lo hablé más. En la conversación yo le hablé de las cosas que había pensado, en qué podía ceder yo, y ceder él, me dejó hablar hasta que le pregunté qué pensaba él. Y lo que pensaba era lo siguiente, sin exageración, sin rencor, solo, lo juro, lo que dijo, tras una década de relación: “yo no he pensado nada, me parecía una tontería, he estado jugando y me he dado cuenta de que estoy mucho más tranquilo así sin tener que atender a nadie y a mi no me “castigas” tú sin verte así que se acabó” Ahora me da una risa increíble ver la reacción tan infantil como orgullosa de rebelarse ante un falso castigo. No entendía lo que era una relación ni una pareja, yo no lo importaba en absoluto y su vida se centraba en lo digital, no veía a crisis, el peligro ni el miedo, mientras su madre le mantuviera estaría bien, no aprecia lo que tiene y yo me merecía aprecio y aun lo hago, por suerte ahora me lo hacen ver cada día.

Por otro lado me da bastante pena el problema social que hay en algunas (y solo ALGUNAS) personas con lo videojuegos, es una verdadera adicción que crea casi las mismas reacciones que otras dependencias, la abstracción, el aislamiento, la agresividad, el rechazo al problema, etc. Podría hablar de muchas situaciones pero creo que eso rellenaría una entrada más sobre el tema. Se terminó, intercambiamos montones de cosas cambiadas durante los años y tras una semana apenada por ello, se fue. Me quedó el trabajo de mejorar mi autoestima y sociabilidad tras haber sido aislada y haberme dedicado a salvar algo insalvable. Pero en un par de meses estaba completamente agradecida por haber despertado de esa pesadilla, ya no sentía ese “asco” que antes me daba haber perdido tantos años con alguien que no valía la pena y que me hizo perder tantas oportunidades. Aparecieron amistades y experiencias que me llenaron, me dediqué a mi misma ¡Dios, que bien me caía yo misma y que olvidado lo tenía! Comencé a conocer chicos nuevos, a relacionarme, creía que tardaría pero todo era interesante y además tenía las ideas tan claras sobre lo que no quería en absoluto y lo que sí... que libertad, que forma nueva de vivir, la necesitaba como al oxígeno y ni lo sabía. En unos meses encontré a alguien especial, desde el primer día me sentía cómoda, compartíamos aficiones y su visión de las cosas es muy interesante y acorde a la mía aunque diferente por supuesto, así es como se disfruta de opinar; me encanta conversar y su forma de expresarse conmigo, me recuerda cada día que merezco la pena, me valora y me muestra cariño y no de forma expresa, con gestos y expresiones esporádicas.

Ya se que necesito a alguien seguro, de carácter, con ambiciones y visión realista del mundo, que no tema expresar lo que siente en la situación adecuada Es cierto que solo llevamos un año pero ha sido completamente maravilloso, y no digo que no nos hayamos peleado o tenido algún problema, pero lo hemos superado, lo hemos hablado y arreglado en todo momento y aun hoy, como el primer día, tengo sentimientos increíbles, me ilusiona verle y me encanta la mirada con la que se dirige a mi, ya tenemos varios proyectos de futuro y es probable que en cuestión de meses demos un primer paso más adelante, estoy encantada, pero no solo porque siento ue he encontrado a “esa persona increíble”. También porque ahora no me queda duda de que todo lo sufrido, lo pasado, fallos y todo lo demás, el aprendizaje ha merecido la pena completamente, gracias a todo aquel tiempo “perdido” he legado aquí, me siento como me siento y vivo lo que estoy viviendo. me encanta. Y por eso agradezco de alguna manera a todas mis ex-parejas lo que me enseñaron, acabáramos bien o mal, gracias por enseñarme lo que quiero y lo que no quiero, a detectar actitudes que no deseo en mi vida antes de que sea demasiado tarde, a cuidar a una persona aunque no me cuidaran a mi, a comprender más al ser humano, que es lo que más me gusta. Y sobretodo gracias por guiarme hasta esa persona maravillosa con la que estoy deseando compartir mi vida hasta el final.

Gracias por haber llegado hasta aquí si es que habéis llegado, perdón por el enorme rollo soltado pero una vida es una vida, y que sepáis que faltan muchísimos más detalles que he dejado para acortar. ¿Alguna experiencia parecida? Hay muchísimas, cual es la tuya puedes comentarlo cuando te apetezca, aquí abajo. Gracias por atender y de nada por el ratito de lectura. ¡Suerte y Cuidaos!
Comments